miércoles, agosto 20, 2025
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Francisco Pellizzari es quien ahora está a cargo de la Casa del Migrante en ciudad de Guatemala y llegó a país justo cuando Giammattei propuso ser más drásticos con los coyotes que movilizan a cientos de migrantes hacia Estados Unidos.

En una mañana tranquila que advertía la presencia de pocas personas en la Casa del Migrante que buscaban un poco de atención en su paso por esta capital, se encontraba el padre Francisco Pellizzari, el nuevo director de esta casa quien llegó los primeros días de enero al país, en sustitución de Mauro Verzeletti, quien estuvo en Guatemala durante 23 años.

Pellizzari pertenece a la orden de los Misioneros de San Carlos Scalabrinianos desde hace más de 30 años. Argentino, de padres italianos, inició con su misión en San José, California en Estados Unidos.

De forma paradójica, Pellizzari tuvo sus primeros acercamientos con la migración en el continente americano en el lugar de destino que muchos centroamericanos elijen. Luego, se trasladó a México donde estuvo por 15 años en ciudades como Nuevo Laredo, Agua Prieta (Sonora), Ciudad Juárez y, por último, en Guadalajara.

Del 2010 al 2013 estuvo en Guatemala donde solicitó tener presencia en la Fuerza Aérea para ayudar a quienes deportaban. “Con la Organización Internacional para las Migraciones y Flacso, empezamos a recibir a los migrantes que llegaban en tres o cuatro vuelos semanales, no es como ahora y eso me tocó hacerlo en Guadalajara también cuando Estados Unidos empezó a deportar vía aérea a los mexicanos para alejarlos de la frontera”, cuenta.

Con la experiencia de atención al migrante en el lugar de destino y a su paso por territorios como el mexicano y guatemalteco, Pellizzari hace una reflexión de cómo este fenómeno se ha vuelto más violento y cruel.

En estas pocas semanas que lleva en Guatemala, ¿Ha visto cambios en el perfil del migrante como al que conoció hace 10 años?

Si, las olas de flujos migratorios hace 10 años no existían o no eran tan visibles. Las caravanas, la presencia de migrantes de Venezuela, Haití, Nicaragua y otros lugares que anteriormente se veían pero muy raramente. Esa es la novedad, a veces son flujos espontáneos y otras veces motivados por redes que fomentan el camino. La historia nos enseña que cuando un país llega a un nivel económico estable que permite vivir de manera digna, no hace falta construir muros porque la gente no quiere salir. El migrante no es un aventurero, no es una persona que busca nuevos nidos porque le encanta cambiar, es una persona expulsada por diversos fenómenos. Pero esto toca algunos intereses partidarios y sectoriales y por eso siempre se dan soluciones parciales. En nuestras casas del migrante hemos tenido un cuidado enorme con este fenómeno del coyotaje por los migrantes que muchas veces son estafados o motivados por falsas promesas. Es interesante porque esta realidad nos hace regresar a los orígenes de nuestra misión. Nuestro fundador, hace 130 años, llamaba a los coyotes traficantes de carne humana al referirse al fenómeno migratorio que acontecía en Europa y ahora aparece esta realidad que se va perpetuando, así como se perpetúan los motivos y las causas. Leemos los textos de ese tiempo y nos hace pensar que estamos leyendo crónicas de ahora, pero ahora vemos cómo la violencia y la crueldad se filtra en los movimientos migratorios que hace mucho más complejo y difícil la intervención.

Hace 40 años se hablaba del coyote como el guía de los migrantes, ahora es un mercenario pagado al que no le importa nada”.

Fuente: https://www.prensalibre.com/pl-plus/guatemala/migrantes/francisco-pellizzari-ahora-vemos-como-la-violencia-y-la-crueldad-se-filtra-en-los-movimientos-migratorios/

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